martes, 28 de abril de 2015

Tiene vida el barro?

Tiene vida el barro?
Verdaderamente somos barro en la mano de Dios, tal cual como el alfarero el nos va moldeando forma hasta darnos la forma que Es quiere. Pero; tenemos siempre la tendencia a resistirnos y batallamos constantemente para no dejarnos llevar por las manos de Dios, aun cuando El insiste en darnos la mejor forma escogida para cada uno de nosotros.
El libro de Jeremías en su capitulo 18, desde el versículo 1 al 6 nos dice:
Jeremías 18: 1- 6. EV 1960.
1-    “Palabra de Jehová que vino a Jeremías diciendo:
2-    Levántate y vete a casa del alfarero, y allí hare oír mis palabras,
3-    Y descendí a casa del alfarero, y he aquí que el trabajaba sobre la rueda,
4-    Y la vasija de barro que el hacia, se echo a perder en su mano; y volvió y la hizo otra vasija, según le pareció mejor hacerla.
5-    Entonces vino a mi palabra de Jehová, diciendo:
6-    ¿ No podre yo hacer de vosotros como este alfarero, oh casa de Israel?, dice Jehová: He aquí que como el barro en la mano del alfarero, así sois vosotros en mis manos, oh casa de Israel”
Nos preguntamos: ¿Acaso el barro tiene vida?, ya que, la resistencia involuntaria que este ejerce debido a su consistencia, no le permite al alfarero en primer termino llevarlo a la forma que el quiere y para ello debe trabajarlo pacientemente y moldearlo hasta alcanzar la forma deseada para poder ponerlo a cocción en el horno que determinará su forma final. Es la misma resistencia que nosotros ejercemos en las manos de Dios, cuando El ha decidido cambiarnos en nuestra forma de actuar ante la vida, nos trabaja, nos va llevando poco a poco hasta que alcancemos la madurez necesaria en nuestras actuaciones y así podamos ser templados  en el horno que determina nuestra forma: Jesucristo. Esa resistencia en nosotros, es producto de nuestro accionar en pecado, el cual nos mantiene ciegos y atados a las cosas terrenales, sin darle la verdadera relevancia e importancia a las cosas de Dios. Y como barro en las manos de Dios, debemos alimentarnos y nutrirnos de su palabra e ir cediendo ante la resistencia y permitir que el Señor nos de la forma que a El le plazca.
Verdaderamente somos barro, La Biblia lo dice en Génesis 2: 7.
Génesis 2: 7. EV 1960.
“Entonces, Jehová Dios formo al hombre del polvo de la tierra, y sopló en su nariz aliento de vida, y fue el hombre un ser viviente.”
Es así pues, que el hombre hecho del polvo de la tierra, se hace barro para ser moldeable en las manos de Dios, que si se lo permitimos sin resistencia, alcanzaremos la forma idónea ante sus ojos.
Cuando le permitimos al Señor moldearnos según sus expectativas, nuestra Fe, no estará condicionada a paradigmas y estereotipos espirituales, que lejos de llevarnos aun camino de salvación en Cristo Jesús, caeríamos en esos dogmas que no garantizan en vida plena de Dios.
El libro de Lucas nos muestra como condicionamos el seguir a Cristo y como buscamos pretextos para justificar el no seguirlo:
Lucas 9: 57-62.EV 1960.
  57- “Yendo ellos, uno le dijo en el camino: Señor, te seguiré a donde quiera que vayas.
  58- Y le dijo Jesús: las zorras tienen guaridas, y las aves de los cielos nidos; mas el Hijo del Hombre no tiene donde recostar la cabeza”
Sabiendo el Señor que el deseo de este hombre no era otra cosa que un pretexto, dado que, ese “adonde quiera que vayas”, era un condicionamiento, ya que, aun no estaba preparado para emprender esta travesía al lado de Jesús y el Señor lo sabía.
  59- Y dijo a otro: sígueme. El le dijo: Señor, déjame que primero vaya y entierre a mi padre.
(Aquí vemos más condicionamientos)
  60- Jesús le dijo: Deja que los muertos entierre a sus muertos; y tu ve y anuncia el Reino de Dios.
Ya el Señor sabia que este hombre, a pesar de condicionar el seguirlo, ya estaba moldeado por Dios, para asumir el compromiso de anunciar el Reino de Dios.
  61- Entonces también dijo otro: Te seguiré, Señor; Pero déjame que me despida primero de los que están en mi casa.
  62- Y Jesús le respondió: Ninguno que poniendo su mano en el arado mira hacia atrás, esta apto para el Reino de Dios.”
 Contundente  el Señor en esto, porque si hemos decidido seguirlo, nuestra visión debe estar dirigida al cielo y nuestro compromiso es con El y para El y aunque siendo barro en las manos de Dios, no somos perfectos, si somos perfectibles sobre la marcha en el camino de Cristo y una vez alcanzados los objetivos espirituales encomendados por Dios, ahora si, se activa el proceso decocción de nuestro barro espiritual, después de un largo batallar, para alcanzar la forma deseada por Dios en nosotros. Es la única manera de no quebrar nuestra forma ya perfeccionada, dado que una vasija de barro cocido si se quiebra, no hay manera de darle forma alguna, es por eso que,  debemos permanecer siempre como barro en las manos de Dios, para que nos moldee a su criterio.
El Señor nos invita a que nos dejemos moldear, y no somos perfectos, sin embargo, somos perfectibles en sus manos, dejemos que El dirija nuestras vidas.

¿Como podemos buscar la perfectibilidad?
La respuesta a esa interrogante es fácil: buscando de Cristo Jesús, convirtiéndonos a El, confesando nuestros pecados a El, con un arrepentimiento sincero de corazón y reconociéndole como nuestro único y fiel salvador.
Romanos 10:9. RV 1960:
“Que si confesares con tu boca que Jesús es el Señor, y creyeres en tu corazón que Dios le levantó de los muertos, serás salvo”
Convencidos estamos, que entraremos en ese horno de cocción, cuando le hayamos cumplido a Dios como el lo exige y una vez alcanzados todos los objetivos trazados espiritualmente, llegaremos al cielo con el sello de calidad garantizada, en la obra de Cristo.


Les amo en el amor de Cristo, atentamente:
Jacinto Brito.

28 de Abril del 2.015.